En las fiestas se luce la hipocresía, nadie quiere ir pero
todos van, se disfrazan los secretos intoxicando el aire, se estrenan máscaras
para la ocasión, se soportan con el alcohol la marihuana y la comilona en
reemplazo de lo que no se puede digerir (los autos y motos esperan silenciosos
el regreso a casa)... la mujer de la carterita no la deja porque teme perder su
identidad en ese encuentro de almas solitarias que actúan divertirse y reír a
carcajadas; se fotografían las tribus con su obligada falsa sonrisa; todos
bailan porque se debe bailar con la música... el cotillón barato luce costoso
con un poco de ingenio junto a la infaltable torta con luz artificial... al
final, el souvenir termina de adorno sobre el mueble pero nadie se anima a tirarlo.
Elsa Gillari
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